Actos del presidente

Discurso de Ernesto Pedrosa na inaguración das terceiras xornadas Fundraising’Todo suma. El afecto también’

Xornadas Fundraising y Mecenazgo
Intervención Ernesto Pedrosa
Buenos días…Buenos días Manel Palencia, Lalo Azcona… bienvenidos todos a estas ya terceras jornadas sobre Fundraising y Mecenazgo, uno de los asuntos y de los cometidos que consideramos clave en el Consello Social que presido. Es una satisfacción verles hoy aquí, y les agradezco que la cuestión que abordamos merezca su tiempo y su atención. Y me complace especialmente porque creo que estamos sembrando una planta de raíces profundas y gran vigor, porque la aparente delgadez que se observa hacia afuera no es más que la prueba de su crecimiento lento y de laboriosa adaptación al suelo yermo en que ha de desarrollarse.

Hace poco más de un año, la prestigiosa universidad estadounidense de Harvard anunció una donación de 350 millones de dólares destinada a su Escuela de Salud Pública Era la tercera donación individual más importante a este nivel educativo en el mundo, y la más grande en los 378 años de historia de Harvard.

El donante era Gerald Chan, un multimillonario exalumno oriundo de Hong Kong, que había obtenido dos diplomas en esa Escuela en la década de 1970 y había permanecido vinculado a la universidad desde entonces. En reconocimiento a la generosa donación, la universidad rebautizó la escuela como Harvard T.H. Chan School of Public Health, en honor al fallecido padre del donante.

Solo un año después, hace apenas un mes, la universidad de Harvard recibió una donación de 400 millones de dólares (un nuevo récord), para la Escuela de Ingeniería y Ciencias Aplicadas, líder en materia de avances tecnológicos, donde se han desarrollado entre otros proyectos un grupo de robots que son capaces de auto organizarse, una vacuna implantable contra el cáncer o un robot que puede ensamblarse por sí solo.

Ahora el donante es John Paulson, un multimillonario de 59 años, gestor de fondos de alto riesgo de inversores particulares y fondos de pensiones en Wall Street , egresado de la Escuela de Negocios en 1980. La escuela llevará desde ahora el nombre de Paulson.

En Estados Unidos existe una larga tradición de donaciones de alumnos universitarios que han tenido éxito económico en su carrera profesional, una forma de agradecimiento a la institución que los formó y una ayuda impagable al mantenimiento de la excelencia educativa. En España, en cambio, si algo existe son estudios que justifican y argumentan por qué ese modelo americano es impensable aquí. (Recuerden la planta y el campo yermo). Y por si fuera poco, los expertos pronostican, predicen y fundamentan que esa cultura norteamericana tardará siglos en implantarse en España.

Con esas referencias, aquí nos tienen, aquí, hoy, 22 de octubre de 2015, en Vigo, a nosotros reunidos en esta sala, tratando de empezar un camino que –a juzgar por los analistas- podría tener resultados como muy pronto cuando estudien nuestros biznietos.

Pero las universidades no podrán esperar tanto tiempo. Necesitan encontrar fórmulas de modo urgente, precisan donaciones, y se han puesto a la tarea porque los fondos públicos llegan hasta donde llegan. Hay ya ejemplos avanzados, como las universidades Carlos III, Granada, Pública de Navarra, Castellón o algunas catalanas presentes en esta sesión. También comunidades como Navarra o Andalucía presentan avances en leyes de Mecenazgo con importantes deducciones. Son iniciativas voluntariosas que han ido surgiendo en distintos ámbitos geográficos, en un proceso de esporización tan diseminado y meritorio como inconexo, porque la Ley del Mecenazgo sigue estando en el horizonte, a la misma distancia en que la dejamos el pasado año, cuando debiera ser el Estado, poseedor de las competencias en esta materia, quien dé pasos decisivos en esta dirección.

Así que si hubiese que elegir un debate inaplazable para las universidades, el que nos reúne hoy aquí adquiere una especial relevancia, máxime en el actual marco de crisis y recortes. Es este –a mi juicio- uno de los grandes desafíos que requieren nuevas respuestas, admitido que la educación no puede concebirse ya como un derecho sin límites y que ha de dirigirse hacia una menor dependencia de los recursos públicos y a una mayor participación de la sociedad civil, en cualquiera de las fórmulas que se elijan, ya sean el patrocinio, el mecenazgo, las donaciones o el fundraising,…. u otras medidas contingentes o ayudas coyunturales que han ido naciendo y creciendo últimamente como acciones de emergencia para sostener el acceso a la enseñanza superior.

A juzgar por los hechos, las grandes fortunas piensan poco en la universidad, tienden a ocultarse y eso impide que se cree un modelo a seguir. Nos queda la esperanza en la clase media, porque España es un país de filántropos de clase media. La mayor aportación a la filantropía, con un 63,7%, corresponde a los 2,6 millones de ciudadanos que dan 784 millones de euros anuales a través de donaciones medias de 302 euros, «muy concentrados en los segmentos de las clases medias, de unos 50 años y con rentas anuales de entre 30.000 y 80.000 euros», según el «Estudio del perfil del donante», de la Asociación Española de Fundraising.

En la misma línea, los estudios revelan que en España las aportaciones a las ONG crecen desde 2011. Pero la universidad o la educación no son destinos prioritarios. Mucho antes están las campañas contra el hambre, el desarrollo de los países pobres o la ayuda a la infancia. Si nos detenemos en las principales motivaciones que activan a un donante encontraremos el altruismo, la necesidad de ayudar a otros, porque se lo han pedido, el vínculo con la causa o sentirse útiles….cualquiera de estas motivaciones podría ser aplicada a la universidad, no hay incompatibilidades. Pero los datos son reveladores. Esther Koplowitz, Botin, Ramón Areces o la Fundación March o Amancio Ortega, por ejemplo, han hecho importantes donaciones recientemente, pero a otras causas.

Estamos aquí, pues, con un objetivo que parece claro, pero el camino no tanto, porque requerirá un importante cambio de mentalidad en la incipiente cultura del patrocinio en España. El mecenazgo se ha convertido en un clamor, en una forma de vida. El cambio que comporta es mayúsculo. Las leyes del mecenazgo en los países de nuestro entorno lo demuestran. Porque sus ámbitos de influencia no son solo impulsos en los campos de la cultura o de la educación, sino que están también, por ejemplo, en las esperanzas para tratar las enfermedades raras. Conciencia social podría decirse, en la que se deberán combinar los legados de las grandes fortunas con las donaciones de las grandes empresas y la contribución de ciudadanos corrientes…un banco en el Campus, un óleo en un pasillo, una pequeña rosaleda….Todo suma. El afecto también.

¿Y cómo podemos ser más útiles los Consejos Sociales a la causa de fomentar la llegada de recursos externos a la universidad? Desde el Consello Social que presido consideramos la comunicación un componente esencial como generadora de confianza, porque ese será el camino más limpio para le llegada de recursos, en un escenario en el que las universidades precisan todas las ayudas posibles. Para eso deberemos hacerlas más visibles, más queridas, más respetadas, más conocidas y más cercanas, para entender mejor su existencia, comprender su funcionamiento, sus resultados, sus méritos, sus debilidades…

No es por casualidad que estas jornadas llevan por título “generosidad y compromiso en la universidad”. Ese es el punto en el que estamos.

Y en ese camino, estas jornadas, una modesta contribución en la que se facilitarán ejemplos, se mostrarán fórmulas, modelos y guías para abordar la captación. Empresas, antiguos alumnos, fundaciones, grandes donantes u otros colectivos deben ser convocados a contribuir a la sostenibilidad económica de los centros de educación.

Gracias a Manel Palencia, coordinador veterano y de estas jornadas; al Gabinete del Rector, representado por Ciprián Rivas; a la Fundación Barrié, que nos acoge; a la Conferencia de Consejos Sociales y en especial a su vicepresidente Lalo Azcona, que nos acompaña en esta apertura. Y a todos ustedes, por confiar en que algún día una de nuestras escuelas o facultades encuentren algún donante que pueda darles nombre; y mientras tanto, gracias por sembrar esta planta y tejer esta red de buenos propósitos confiando en que no serán necesarios siglos para el camino.
Muchas gracias.

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