Tenemos asumido que una imagen vale más que mil palabras. Pero los tiempos cambian. Y hay algunas palabras que, juntas, no necesitan imágenes. Por lo que transmiten y por lo que propician. Por lo que suman y por lo que evocan. Por ejemplo: daños y alivio, soledad y compañía, necesidades y soluciones, adversidad y comprensión.
Volvemos a reunirnos para ennoblecer al ser humano. Para dejar testimonio de que nos importa y queremos ser mejores como ciudadanos y como sociedad. Y el mejor modo de hacerlo es apoyándonos en quienes lo saben hacer, lo hacen y nos enseñan a ser mejores. Guiandonos por quienes encienden las luces solidarias y las antorchas para alumbrarnos el camino prudente, humilde e inequívoco de la generosidad, el afecto y el estar justo donde acechan el desánimo, la frustración y la tristeza.
Porque con estos reconocimientos no solo premiamos la labor hecha, tambien queremos estimular la obligación moral, el compromiso y la importancia de seguir adelante en esta militancia del ánimo. Porque somos conscientes de que la cooperación y el voluntarismo produce efectos inmediatos, pero también fecundan un cambio positivo de mentalidades, de actitudes y de comportamientos. Que nos hace mejores a todos como sociedad, y que nos ayudan a educar, fortalecer y sembrar valores.
El Premio UVigo Humana es una maravillosa referencia iconográfica de la universidad y de su valiosa capacidad para estar y promover lo que realmente importa. Porque la vida, más allá de los planes, proyectos e ilusiones, cobra sentido cuando ejercita la capacidad de estar donde su presencia importa, máxime cuando se ha perdido toda esperanza. Porque la vida misma son necesidades, situaciones e instantes inaplazables y urgentes.
Y en esa militancia altruista reconocemos a la universidad. Y yo reconozco esta iniciativa a la que dan vida la vicerrectora Maribel Doval y Henar Quintas desde el ärea de Responsabilidad Social y Cooperación. Con este acto, la UVigo está tejiendo una sólida malla de sensibilidad y afecto.
Por ello, más que felicitar, quiero agradecer el trabajo de quienes hoy premiamos. De la Coordinadora galega de ONGD para el Desarrollo. Por sus 30 años de trayectoria; por su demanda constante de una política gallega de calidad en el mundo de la cooperación, creando un movimiento gallego cohesionado en este campo, con 50 sedes y 23 mil colaboradores. Y porque todas las entidades integradas en la coordinadora afrontan grandes desafios globales, con proyectos en países de América Latina, Africa y Asia.
Y también a la ONG AIRE (Asociación integral de rescate de emergencias). Por su ayuda humanitaria a personas vulnerables en situación de desarraigo, refugiadas, víctimas de conflictos o forzadas a migrar. Alivian el sufrimiento y protegen la dignidad humana de los desposeídos de sus derechos más elementales.
Es un honor y una obligación valorarles por lo que han hecho. Pero, por favor, no dejen de hacerlo nunca. Ustedes son nuestra esperanza. Ustedes crean conciencia. Tienen la valentía, el coraje y la generosidad con los que podemos hacernos la ilusión de que vamos a ser mejores. Porque son ustedes luces encendidas… no para asombrarnos y pasmar, como en Vigo o en los belenes italianos donde colocan la figura de un maravillado de la gruta puesto ahí con cara de extasiado para ver lo que hay a su alrededor y contagiarnos su asombro, para que miremos extasiados lo que nos rodea… No, ustedes son luces, a veces largas a veces cortas a veces intermitentes, que señalizan presencias reconfortantes y nos traen el cálido mensaje de que no estamos solos.
No quiero terminar sin citar a los alumnos premiados hoy por sus trabajos de Fin de Grao y Fin de Mestrado. Flavia Barrio, Lucía España, Paula Cristina González, Lucía Lobelle, Bruno Portela y Gabriel Eduardo Suárez. Es un orgullo encontraros aquí. Gracias por vuestros esfuerzos y por aprovechar vuestras demostradas capacidades. La sociedad también mejora con vosotros. Enhorabuena.
Gracias vicerrectora y gracias al jurado de los Premio Consello Social_UVigoHumana. Hoy nos habéis llenado de buenas noticias. Y de poderosos motivos para la esperanza. En esta dirección os acompañaremos siempre.