Buenas tardes.
Rector de la Uvigo, Cecilia, Antonio, presidentes secretarios y asistentes que habéis decidido estar hoy aquí por alguna poderosa razón que os acerca a los Consejos Sociales. A todos, mi agradecimiento por haber elegido compartir este tiempo y nuestros afanes. Gracias también a Manuel Aranda, director de este Centro tecnológico que nos acoge hoy en el Campus de Vigo, y a la Consellería de Educación, por su apoyo.
Y gracias, finalmente, a tantos que han hecho posible que nos encontremos hoy en Vigo para abordar un programa y una convivencia que considero imprescindible porque, como dice la profesora Helena Nazaré “la universidad (yo diría los Consejos Sociales), si es algo, es contacto físico”. Fraguar experiencias e intercambiar prácticas está en nuestra esencia y en nuestra razón de ser. Las situaciones que nos permiten mostrarnos juntos son las que nos fortalecen y nos acercan a nuestros objetivos.
Así que, por todo ello…bienvenidos a esta Universidad que ha llegado a situarse entre las 100 mejores universidades del mundo con menos de 50 años.
Si tuviera que resumir la idea central de estas Jornadas que inauguramos, diría que priorizan una mezcla entre el tono humanista y una aproximación al futuro. Hemos optado por revisar la parte sensible de las universidades y la mochila de perspectivas a la que se enfrentan los afanes de los Consejos Sociales en un contexto nuevo, el que se abre precisamente hoy, con la entrada en vigor de la nueva Ley Orgánica del Sistema Universitario. A esa casualidad se une que los Consejos Sociales cumplan en estas fechas 40 años desde que fueron creados por la LRU.
Son dos hechos destacados, excepcionales, que hemos querido abordar en el programa con intervenciones y análisis dirigidos expresamente a disponer de una visión vertical sobre ambas cuestiones. Y como bien se dice en el texto central del programa, como contrapunto a esta actualidad, hemos querido proponer además un viaje de ida y vuelta en el tiempo para visitar el contexto y el escenario pasado y futuro en el que se mueven las universidades y su permanente presencia en la construcción y vertebración del proyecto y el espíritu europeo. Así que hemos planteado, por una parte, una mirada retrospectiva al pasado para ver su contribución al conocimiento y al desarrollo y difusión del saber a través del Camino de Santiago; y por otro lado, una incursión en el futuro que está convocando a las universidades en el contexto global de Europa, es decir, la configuración de las universidades del futuro, para seguir apuntalando la construcción de la unión europea.
Yo les confieso que soy partidario de no aceptar con carácter general una visión pesimista de las universidades. Universidades mejores propiciarán sociedades mejores, universidades que sean fábricas de soluciones, que tengan “la capacidad y la responsabilidad de cambiar el mundo”, como le oí decir recientemente al Rector de Alcalá de Henares. Universidades -y utilizo de nuevo palabras de la profesora Nazaré, que no tienen que ser torres de marfil ni pozos de petróleo, sino faros que nos guíen, que es lo que toca ahora, “que sean potencias éticas de la vida”.
Y en ese camino y sobre nuestro papel yo soy optimista, porque creo que se acercan tiempos muy importantes para la misión de los Consejos Sociales.
Es verdad, como decía el profesor Francisco Michavila en un reciente artículo en El País, que “España es el país de las leyes de Educación”….”y una sustituyen a otras pero los problemas se perpetúan durante decenios”. Ese gusto insaciable por dejar huella legislativa ha llevado a los Campus a gastar muchas energías en elaborar reglamentos, estatutos y cualquier otra normativa…”han construido -añade- un farragoso entramado de textos que periódicamente deben adaptarse a las nuevas leyes, con espanto de quienes se interesan por los verdaderos problemas universitarios”. No se si nos lo explicará en su ponencia, pero Michavila propone a futuro apostar por dos tipos de universidades: unas orientadas a la investigación competitiva internacional participantes en los grandes proyectos de Europa, y otras que evolucionen desde el modelo actual focalizadas en formar capital humano, innovador y creativo.
Si admitimos esta corriente de opinión sobre las leyes y su fatalidad, yo me reafirmo en el futuro optimista, aunque exigente, al que se dirigen los CS, y no sólo por la determinación con la que Antonio Abril ha ido escribiendo su cuaderno de bitácora hasta situarlos, por fin, en la dirección pienso que correcta y en una zona de influencia. Reconocido eso, creo aún más en ese futuro de los Consejos Sociales cuanto más observo el pasado y de dónde venimos. Quiero recordarles tan solo una referencia. Porque he de decirles que el CS de la UVigo ya organizó estas Jornadas con anterioridad, en 2006, cuando el presidente del Gobierno era Zapatero, la ministra de Educación Mª Jesús Sansegundo y el presidente de la Xunta Pérez Touriño, cuando el gran objetivo de las universidades era Bolonia y la adaptación al Espacio Europeo de Educación Superior (otra vez Europa, omnipresente). Y les cuento esto porque ninguno de los presidentes que acudieron entonces a esa convocatoria en Vigo están hoy aquí. En realidad, de aquella época solo queda uno en activo.
Bien, pues en aquellas Jornadas los Consejos Sociales entregaron su medalla de oro (la única que ha concedido) al entonces rector de la UVigo, Domingo Docampo, y se la entregó “por su cordialidad y comprensión”, quien al recibirla se vio en la obligación de aclarar que los CS “nunca quisieron dirigirnos, sino acompañarnos” y aún fue más allá agradeciendo el “apoyo básico” que recibió del CS en “momentos importantes”.
Que los CS se vieran en la necesidad de premiar expresamente la comprensión de un Rector creo que es suficientemente explícito de como eran las relaciones entonces, con notables enfrentamientos entre algunos CS y sus universidades, con la liquidación de cuentas como principal y constante fuente de conflicto. Un año antes, en Las Palmas se había creado la Conferencia de Consejos Sociales de España. Tanto el entonces rector canario como el propio Docampo admitieron los indisimulados rechazos y las suspicacias con que la recibieron la mayoría de rectores españoles, hasta tal punto que sólo seis de ellos autorizaron en primera instancia a sus presidentes a firmar como fundadores. Y entre esos seis, Vigo. A partir de ahí la convivencia se fue haciendo paso a paso un poco más grata, la relación más fecunda y la sospecha más corta, aunque es evidente que subsisten todavía algunos interlocutores que ven a los CS como amigos incómodos o intrusos, que atentan contra una mal entendida autonomía de la universidad.
He de decir que en Vigo siempre hemos tenido una relación inmejorable de confianza y colaboración, no exenta de compromiso crítico, con los rectores Y con ellos hemos compartimos pautas para avanzar hacia la mejor universidad posible: fiel a sus señas de identidad, sensible a las demandas sociales, valiente para adoptar políticas innovadoras, y prudente en la gestión financiera, que nos enseñe a vivir en la globalización y que no de la espalda a las simas morales que se nos abren, que genere ideas y valores, potencia de pensamiento y ciudadanos capaces de aprender.
Claro que tampoco hemos alcanzado los 333 rectores de la Universidad de Alcalá, nosotros hemos tenido seis desde 1989, y yo soy el tercer presidente del CS. Pero el Rector Manuel Reigosa, que nos acompaña en la mesa, ha dado un paso más en la sintonía con el CS. Y quiero reconocerlo aquí públicamente. Traigo aquí su reciente discurso de entrada en la Academia Xacobea, en el que dice: “De algún modo, la universidad también es un Camino. Camino vital, camino de humanidad, camino de sabiduría……”espero que entre todos construyamos no solo un camino mejor, sino una Europa más igualitaria, solidaria…y feminista”. Creo que esta frase cierra el círculo de la esencia del programa de estas Jornadas.
Espero que disfruten de Vigo y Santiago, espero que les sean útiles estas Jornadas que hemos preparado con esfuerzo y cariño y espero que en algo se sorprendan. Si no, nos quedará como consuelo la afirmación del filósofo Johann Wittgenstein: “merece la pena subir por la escalera para mirar por encima de un muro tras el que no hay nada que ver…pero aún así, el viaje nos hizo más sabios”.
Así sea.
[Vigo 12 de abril 2023]