Actos del presidente

Intervención de Ernesto Pedrosa en Gala do Deporte 2015

2018-10-19T19:01:07+00:0020 de noviembre de 2015|Actos del presidente, Discursos del presidente|

GALA DEL DEPORTE 2014
Intervención Ernesto Pedrosa
Querido Rector, universitarios, deportistas, autoridades, señoras y señores:
Año a año y edición a edición –como los deportistas se entrenan para el esfuerzo- yo me preparo también, pero para venir a esta gala a disfrutar. Y bato todos mis records de satisfacción y de orgullo. La universidad es mucho más valiosa cuando se relaciona con sus entornos, cuando se mezcla con las actividades sociales y se ofrece con la generosidad sabia de los que transitan por las cimas. Pero cuando la conexión es entre universidad y deporte, los beneficios se proyectan y se multiplican, porque fortalecen, estimulan y modelan la musculatura más sensible y sana de la condición. ¡De que otra manera podría hacerse si no a través del deporte?
Siempre que tengo una oportunidad como esta insisto en que la actividad deportiva conduce a los participantes hacia mayores niveles de felicidad, refuerza su inteligencia emocional, eleva sus posibilidades de superación, amplía sus espacios de interacción y mejora su rendimiento social. Y además –añado este año- crea las piezas más valiosas para que el puzzle social que renovamos cada día. En definitiva: nos reporta mayor calidad de vida a todos porque entrenan valores supremos para forjar ciudadanos solidarios, tolerantes y que se esfuerzan. Y esos valores redundan automáticamente en toda la sociedad entera, en su forma de vivir y en la calidad de sus relaciones.
Cierto que para llegar a esta conclusión he tenido que documentarme bien, porque en las competiciones universitarias hay mucho trampantojo, que confunde a quien se acerca por primera vez. A mí me pasó al ver que en las Ligas de fútbol siete, de fútbol sala o de baloncesto competían equipos como Aston Birra, Esfínter de Milán, Drink Team, Schalke te piso o el estratosférico Hello Kitty Destroyers.
Mi primera reacción fue dudar si había entrado en la página correcta; después sospechar del horario y lugar de los partidos, que seguramente sería nocturno y quizá en zonas de botellón; y finalmente decidí darle una oportunidad a la duda.
Empecé a comprender mejor estas competiciones cuando leí en las normas que todos los participantes (jugadores, entrenadores y delegados) estaban obligados a usar la ropa oficial de la universidad, y que deberían vestirlas correctamente y con decoro. Esta palabra fue definitiva: rescatar una palabra como decoro para unas normas me pareció que era garantía de estar en un sitio más serio de lo que las apariencias indicaban. Pero me quedó más claro cuando supe que las mismas normas prohíben también usar la ropa oficial en lo que define como lugares inapropiados: salidas nocturnas, fiestas, supongo que verbenas, y contextos asimilados. Bien, vamos bien.
Pero dicen más las normas, prohíben conductas inapropiadas, como fumar en lugares no permitidos, consumir alcohol de forma irresponsable o no respetar los horarios de descanso de los compañeros. Nada dicen, sin embargo, de no defraudar a Hacienda, no extorsionar a compañeros con videos sexuales, o no desfilar con máscaras de Hallowen por recintos deportivos. Deduzco, por tanto, que pueden perfectamente competir en la liga de fútbol profesional al más alto nivel, sin desentonar.
También descubrí que si un equipo de fútbol recibe una tarjeta roja, el equipo adversario sumará un gol. Pero si es en baloncesto, los equipos sumarán un punto por cada falta que cometa el rival. Otra buena experiencia: podríamos intentar comprobar si estas reglas podrían ser trasladadas como solución aplicable a la gestión pública, mismo a a Cataluña, por ejemplo.
No me extiendo más. Como presidente del Consello Social, me sumo a este acto con enorme satisfacción, y compruebo que aquí está presente una universidad enriquecida y conectada con nuestras mayores esperanzas y con el pulso social. Una universidad dinámica, sensible, motivadora y formadora de espíritus moralmente aventajados, de los que tanta necesidad tenemos y tanta falta nos hacen.
Y esto es así porque la universidad ampara y tutela la actividad deportiva con reglas peculiares que ahondan en la formación integral de los competidores, cuidan del buen fin de los esfuerzos y los sacrificios que hacen sus deportistas y se ocupan de incentivar y desarrollar sus bondades originales. Lo dicen las propias reglas de la competición universitaria, que tanto me han llamado la atención.
¡Ah, y los árbitros!. Perdonen. No me resisto. Con ellos la normativa es especialmente exigente: deberán encargarse de recoger y devolver todo el material para la disputa de los encuentros, desde el balón hasta el silbato. Me gustaría verlo también en la élite. Pero además están obligados a comparecer y actuar con rigor, bajo pena de perder sus derechos como bolseiros…..Esto es ya un asunto serio. Dan ganas de abrazarlos.
En fin. Debemos asumir, por tanto, que el futuro está basado en una buena formación, que debe ser inculcada con el conocimiento, pero también los valores y las fortalezas, como los que se fomentan en esta gala. Está claro que la universidad enseña, y que el proceso de aprendizaje no termina en el sistema educativo.
Así que aquí estamos, para complementar los modelos educativos, para amplificar los valores, para fraguar no solo profesionales competentes…sino también ciudadanos responsables, para suministrar calidad de vida, mejores conductas, oxígeno moral y bienestar, crecimiento económico y principios éticos.
Y para acabar, mis felicitaciones a los premiados, a los organizadores, al Vicerrectorado de Extensión Universitaria y a los equipos que hacen esto posible. Y mi agradecimiento a quienes durante el año trabajan para verse aquí y para quienes tal día como hoy no faltan. Nos reconocemos en esta Universidad. Muchas gracias.

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