El congreso “pretende subrayar la importancia de la comunicación en los contextos dictatoriales y autoritarios, realizada por gobiernos y movimientos de todo tipo con el propósito de intentar conquistar el poder o conservarlo”, como señaló el profesor Alberto Pena, presidente del comité organizador. El presidente del Consello Social, Ernesto Pedrosa reivindicó el papel de la universidad como “una factoría de soluciones”, en un mundo caracterizado “por la propensión a la posverdade y en el que la mentira vence porque está diseñada para tener más éxito”. “Este es un momento importante para este tipo de encuentros, que tienen que ver con el control mediático, con los medios de comunicación de masas y como estos nos ayudan o no a la hora de tener criterio sobre lo que nos mueve como sociedad”, añadió el vicerrector Jorge Soto. “Estamos viviendo una época de auge del autoritarismo”, aseveró el decano, Xosé Baamonde, quien incidió en la importancia de que “seamos conocedores de estas estrategias de comunicación” en la inauguración de un congreso que, recordó, coincide con el 25 aniversario de la facultad.
Siete mesas de debate
Junto a las narrativas, la retórica del poder en la prensa, el uso propagandístico de la política social y cultura de masas, las representaciones de la historia y de la memoria, la opinión pública, la censura y represión y las perspectivas trasnacionales de la propaganda política centran las siete sesiones debate que se desarrollan en las jornadas de miércoles y jueves, en el marco de un congreso que se celebra por segunda vez en España después de la edición que el propio Pena coordinó en 2013 en la Illa de San Simón. Este evento se abrió con una conferencia del catedrático de la Università di Bologna y coordinador de la Refat, Alberto de Bernardi, sobre como la Italia fascista hizo uso de la propaganda para convertir una dieta basada en la escasez en un modelo de “dieta austera” vinculada al progreso del país. La investigadora de la Autònoma de Barcelona Carme Molinero, con una conferencia sobre la política social en la propaganda franquista, será este jueves la encargada de clausurar un congreso que incluye también en su programa una recepción institucional en la Vicerreitoría del campus.
El congreso cuenta con el apoyo del Consello Social de la Universidade, de la Vicerreitoría del campus y de la Vicerreitoría de Comunicación e Relacións Institucionais.
Recogemos a continuación las palabras con las que el presidente del Consello inauguró el congreso:
Vicerrector del campus, decano de la facultad, profesor Alberto Pena
reúnen ustedes hoy aquí mucho conocimiento y nos cargan de esperanza. Cuando el director del comité organizador de este congreso acudió al Consello Social que presido, a pedir ayuda para este encuentro, faltaba más de un año para que llegase este día. Me pareció demasiado prematuro entonces, pero hoy comprendo que para alcanzar este nivel, estimado Alberto Pena, era necesario madrugar con los preparativos. Y mucho.
Bueno, brevemente quiero decirles que soy de los que confían en la universidad como factoría de soluciones. No digo que ella sola nos salve del modelo social especulativo, de la propensión a la posverdad, o de un mundo en el que la mentira vence simplemente porque tiene más éxito y porque está diseñada para tenerlo. Quizá la universidad, ella sola, no pueda salvarnos de ese mundo incoherente e incierto; pero estoy seguro que posee la capacidad suficiente para alumbrarnos y señalarnos las salidas.
Me resulta además muy reconfortante que la universidad no sea ajena a los grandes problemas que se ciernen sobre el mundo globalizado al que viajamos más deprisa de lo que nuestra capacidad de aportar soluciones aconseja. En este vértigo, la universidad se convierte en un extraordinario aliado cuando no da la espalda a los riesgos que se nos presentan, ni a las enormes simas morales que se abren ante nosotros. Porque la universidad no puede asistir impasible a las dificultades, ni ser insensible a las carencias éticas y sociales más elementales. La universidad está obligada, como mínimo, a no callar ante las agresiones de cualquier tipo que amenacen la convivencia, la esperanza o el futuro; en cualquier lugar que se produzcan. Y entiendo que preservar e higienizar la comunicación, como instrumento fundamental de avance, resulta esencial.
Digo siempre, y me lo han oído ya en esta facultad, que la comunicación es un componente básico para el desarrollo efectivo de nuestras competencias como Consello Social, un vehículo imprescindible para cumplir la misión que se nos ha encomendado y, acaso, donde reside la mayor potencialidad para hacer posible que la Sociedad y la Universidad fragüen un proyecto colectivo de futuro.
Ayudar a que la universidad comunique mejor debiera ser uno de los cometidos de los consejos sociales, uno de los índices de calidad más valiosos. Y esa labor redundaría en que los propios consejos encontrasen su espacio y señalizasen mejor su camino. Por eso nos comprometemos con zonas de pensamiento activo como este congreso.
Esa es una de las muchas razones por las que me declaro orgulloso de poder estar hoy aquí, en este foro en el que las inquietudes sociales y las fórmulas universitarias se buscan y se benefician mutuamente, con la comunicación como principal destinatario de nuestra atención.
La universidad hace bien cuando actúa en procesos educativos abiertos fuera de las aulas y de las edades estudiantiles. Y tiene una responsabilidad especial con su entorno, con nuevas metodologías docentes orientadas al aprendizaje durante toda la vida, con la actualización de conocimientos y con las competencias. En iniciativas como esta es posible debatir, descubrir, compartir, aplicar, comunicar, liderar saberes, reflexionar y forjar cultura. Y, por si fuera poco, fortalecen la cohesión social, la igualdad de oportunidades y la comprensión del mundo que habitamos.
Me satisface que hayan venido hasta aquí, espacial e intelectualmente. Porque no veo otra institución tan capaz de abrir caminos para reducir las desigualdades, resolver problemas reales y crear espacios para la reflexión. En esta época de planicies vitales, la universidad debe convertirse en un sentimiento vertical dentro de la sociedad, en una inyección de valores sanos para la convivencia, para el conocimiento ético, para la igualdad, la transparencia y para la cooperación solidaria.
Ustedes nos traen valores, prestigio y el espíritu de su empuje, con un foro de elevado nivel científico. Llegan para hacernos partícipes de su apasionante y enriquecedor saber, y para ayudarnos a mejorar. Les recibimos con afecto, con orgullo y con la convicción de que, realmente, después de este encuentro, les recordaremos con gratitud.
Bien sé que son tiempos en que la verdad importa poco, incluso está devaluada, mientras la mentira gana en rango y se acomoda en el mismo plano de la realidad. Ahí ustedes siembran certezas. Y nos infunden esperanza. Con ustedes maduramos como sociedad. Y crecemos como ciudadanos. Porque ustedes generan riqueza moral, conductas atentas y afanes esperanzadores.
Gracias a quienes han hecho posible este congreso. Gracias a quienes lo han llenado de contenido. Y gracias a quienes seguirán trabajando en las conclusiones. Aunque solo sea porque, con ustedes ahí, se nos hace más llevadera la incertidumbre .
En Pontevedra a 15 de octubre de 2019