Actos do presidente

Discurso de Ernesto Pedrosa nas xornadas de Dereito Deportivo

2020-02-21T13:07:25+00:006 de Abril de 2017|Actos do presidente, Discursos do presidente|

Buenas tardes….

Debo comenzar por agradecer a Inés Iglesias y a María José Bravo su fina intuición y su valioso trabajo por abordar una cuestión como esta, donde se está observando una creciente atención mediática hacia aspectos que salen de lo que hasta ahora nos contaban y nos interesaba del deporte. Enhorabuena, tal y como evolucionan los acontecimientos están garantizadas muchas ediciones más de estas Jornadas.

Me complace saludar a quienes me acompañan en la mesa, reconocidos representantes del Deporte y del Derecho, una combinación que cada vez se nos irá haciendo más familiar para dar respuesta, y en la que quizá deberán incorporarse en un futuro los periodistas, porque en el mundo del deporte merece un análisis sereno la facilidad con la que los medios y las tertulias quieren ocupar el papel que está reservado al poder judicial o a los órganos jurisdiccionales competentes: el famoso juicio mediático que llegó de la mano de la política en los últimos años y se extiende ahora a gran velocidad por el deporte.

Y de quienes me acompañan en la mesa, quiero trasladar una alusión personal a Marta Míguez, secretaria xeral para o Deporte desde hace pocos días, para desearle buen tino y determinación para navegar por un mundo en el que aquello de que lo importante es participar se está quedando muy olvidado.

A cuantos está en esta sala quiero darles también las gracias, porque el hecho de estar aquí anticipa su vocación por saber más y por hacerse mejores. Y me alegra especialmente porque actos como este son extraordinariamente valiosos. No es solo por las oportunidades de empleo que generan, no es solo por la economía, es también –y sobre todo- por el valor social del conocimiento, donde las universidades tienen ahora el mayor reto para influir en el modelo de mundo que está por llegar, porque toda evolución y avance social se debe al conocimiento, justamente lo que las universidades forjan sin distinción como una gran factoría de esperanzas y soluciones.

Una factoría abierta, innovadora y crítica, para dar respuesta a problemas reales; para crear espacios para la reflexión y la creatividad en una sociedad justa y de progreso; para la mejor comprensión del complejo mundo que habitamos y de las simas morales que asoman; y para crear escenarios nuevos y desterrar prácticas democráticamente insalubres.

Bien. Se va a hablar aquí de Deporte y Derecho. No podía haber un momento más oportuno. Porque asistimos a la aparición de un notable interés noticiable por llevar al terreno de la relevancia penal determinados comportamientos, declaraciones o reglas que hasta ahora apenas salían del mundo deportivo, a excepción hecha de las decisiones adoptadas por comités u órganos jurisdiccionales con competencias en la materia.

La televisión y la prensa deportiva han iniciado un recorrido preocupantemente impune cuando incitan al público a formarse una opinión prematura y radical sobre una causa pendiente; o cuando le inducen a un veredicto anticipado sobre la culpabilidad de un deportista, con menoscabo de sus derechos básicos. Así se crean estados artificiales de opinión que tratan de influir en decisiones que corresponden a órganos específicos. Y eso que hasta ahora era casi un juego, por ejemplo a cuestionar si a un futbolista le deberían caer dos o cuatro partidos de sanción o a calibrar la gravedad de un insulto o gesto, se ha tornado en acción más preocupante al invadir ámbitos relacionados con los derechos humanos, el debido respeto a los diferentes, los nacionalismos, los incumplimientos fiscales o incluso amenazar la propia vida de los protagonistas.

Y eso sin entrar en cómo influirán las nuevas medidas que se están implantando en un mundo sometido a constante revisión, la última de ellas el uso de árbitros audiovisuales que desde fuera de un campo de juego pueden decidir absolutamente sobre lo que ocurre dentro del campo. Ya lo dijo Nietzsche, y se está cumpliendo la profecía: “no hay hechos; hay interpretaciones”.

Parece evidente que cuando la victoria en el deporte deja de ser algo íntimo para convertirse en fenómeno social, surgen los problemas. Y en este punto no me resisto a decir que parece claro que el deporte necesita un ordenamiento jurídico, que ya no se concibe sin que esté sujeto a normas, porque sigue siendo un instrumento estratégico e imprescindible para promover valores que conviene que la sociedad observe como modelos. Y teniendo claro que el deporte de los niños debe ser juego y diversión.

….. Y poco más puedo decirles. Tienen ustedes por delante treinta ponentes, dos sorteos, una película y un acceso preferente y llamativamente intenso a la casuística romana y a la experiencia deportiva en Italia. Aprovéchenlo.

Como les decía, son estos actos sustentados en la indudable autoridad del mundo universitario a la hora de informar y formar, en los que se construye conocimiento nuevo y experiencias que no se pueden estudiar en las aulas. Actos en los que todos somos alumnos de una causa colectiva, de un bien común y de un mundo mejor.

Me complace asistir a este acto en este dinámico Campus. Reconozco a la UVigo en esta labor y en esta siembra para formar sociedades más justas y mejor informadas. Agradezco a las organizadoras y a los ponentes sus aportaciones, porque sitúan a esta Jornadas en niveles de excelencia.

Sin saber más, seguro, no nos vamos a ir.