Contexto de excepción
Son tiempos extraños, inciertos y adversos. Vivimos un difícil y desconocido escenario existencial que altera y amenaza nuestras convicciones y hace viejos los modelos de convivencia que nos han servido hasta ahora. Por eso creo que, más que nunca, es aconsejable e imprescindible invocar y convocar a las universidades, aprovechar su autoridad moral, acreditarnos con sus referencias y poner sus conocimientos en el centro de operaciones de nuestras inquietudes y nuestras dudas.
Los datos del informe “La contribución socioeconómica del sistema universitario español” son reveladores. No los voy a citar, ustedes tienen un resumen del documento. Si lo ojean, verán que, entre sus más acreditados valores, y más allá de los indicadores laborales y económicos, llama la atención el extraordinario papel que desempeñan las universidades a la hora de reducir el riesgo de pobreza, amortiguar la exclusión social y combatir las desigualdades de género. Aún más: su influencia objetiva en forjar células sociales más altruistas, más participativas y con mayor conciencia medioambiental.
Ahí tiene su misión la universidad humanista, audaz, abierta, que se esfuerza por ser accesible, comprometida socialmente y con los reflejos intactos para alimentar a la comunidad de certezas nuevas, que abra itinerarios inexplorados para garantizar la igualdad de oportunidades para todos y que mire de frente y en primera línea a las necesidades y exigencias que no esperábamos encontrarnos, pero se nos han presentado de repente, sin apenas tiempo para asimilarlas.
Creo que la UVigo está a la altura, respondiendo a lo que se espera de una universidad, y lo está haciendo con determinación y sin dejar a nadie descolgado, como guiado a conciencia por la reflexión que hace Vargas Llosa en “La llamada de la tribu” al afirmar que…. en el mundo de la educación es donde más injusto es el privilegio.
El orden del día de hoy es una sucesión de asuntos, digamos importantes para la normalidad, pero también debe ser la oportunidad para acercarnos a la realidad de los hechos expuestos en esta introducción, en los que el Consello Social debe implicarse y ser implicado, para conocer las medidas extraordinarias que ayudarán a terminar este curso, y tener una previsión de cómo se enfocará el próximo. Y también y, sobre todo, para conocer la repercusión y las imprevisibles consecuencias que tendrá este paréntesis histórico en los alumnos, en su formación y en los procedimientos universitarios que les afectan. Con la presencialidad o la virtualidad como debate de fondo, tan difícil de centrar como necesario para avanzar a medio plazo, pero velando sin concesiones por la transmisión de la enseñanza de calidad, y concibiendo la universidad, esencialmente y de partida, como espacios para estar, como lugar de encuentro, de intercambio, de desarrollo personal y de contacto.
Sé que el Rector ha tenido una sobresaliente predisposición a escuchar durante estos tiempos. Sobre todo, a los alumnos. Ellos son, junto con los científicos que han salido a compartir sus conocimientos, la parte más visible de una universidad orgullosa y capaz, en la que todos sus estamentos han merecido una alta consideración social por el ejercicio sereno, efectivo y discreto de sus responsabilidades.
Entre la documentación entregada está un documento titulado Medidas extraordinarias y urgentes para el desarrollo de la organización docente para el curso 2020/2021 en caso de crisis sanitaria. Fue acordado en el último Consello de Goberno, y compendia los posibles escenarios para adaptar la docencia a una normalidad impredecible y cambiante. En ese documento se abordan, entre otras reflexiones, las opciones de aulas físicas o virtuales, requisitos y garantías en cada caso, clases prácticas, prácticas externas, guías docentes o condiciones sanitarias en los centros.
En sintonía con lo antedicho, en la parte de excepcionalidad que contiene el orden del día, además del informe del Rector, que adquiere hoy una importancia y transcendencia sin precedentes, está el punto 5, en el que tras modificar el artículo 81 de la LOU para suprimir el sistema de horquillas que fijaba el precio de las matrículas oficiales, se decreta que los precios públicos sean fijados por la comunidad autónoma, con la intención de aliviar el esfuerzo económico de los alumnos y sus familias. Galicia ya tiene el coste de matrículas más bajo de España, con los precios congelados desde 2009, pero entre las novedades de este próximo curso destaca la rebaja de un 50% en las primeras matrículas de másteres no habilitantes, pasando del precio medio de los actuales 26,49 euros por crédito a los 11,89 establecidos ya para Grados y másteres habilitantes, lo que supondrá un ahorro superior a los 20 millones de euros en matrículas para los universitarios gallegos, entre 300 y 1.150 euros por familia, según el tipo de estudios. También el punto 4 adquiere especial relevancia porque apunta con agilidad en esa dirección de apoyo a los estudiantes.
Antes de dar paso a la intervención del rector, quiero dejarles un pequeño apunte de la reunión de los Consejos Sociales con el ministro de Educación, el pasado 25 de mayo, en la que se habló de la contención de los precios de las matrículas, y en la que el ministro reconoció la necesidad de incrementar la financiación de las universidades públicas, pero no a costa de los recursos de las familias y los estudiantes. Reafirmó el compromiso del Gobierno para incrementar la financiación por la vía presupuestaria, de modo que este mismo ejercicio llegue al 5% del PIB. También se comprometió a incrementar el número de becas y reducir los umbrales económicos y académicos para beneficiar a un mayor número de alumnos universitarios.
Ambas partes abogaron por trabajar para mejorar las vías alternativas de financiación, concretamente la transferencia a las empresas de resultados de la investigación universitaria, y el mecenazgo universitario. En este punto, desde los Consejos Sociales se le insistió al ministro en la conveniencia y la necesidad de reformar la actual Ley de mecenazgo para que incorpore incentivos fiscales y posibilite así que la filantropía universitaria resulte más atractiva.
No quiero extenderme más, consciente de que nuestras dudas y afanes están en gran medida en el informe de situación, expectativas y decisiones del que nos dará cuenta el Rector. Tiene la palabra Manuel Reigosa.